Se ha escuchado hablar sobre el “blindaje” mediático que recibe Mauricio Macri por parte de la prensa patronal. Es importante, sin embargo, ilustrar en qué consiste. Porque, aunque se trata algunas veces de maniobras burdas y obvias, como ignorar mediáticamente denuncias contra el empresario a cargo de la jefatura del gobierno de la ciudad, otras veces los medios corporativos utilizan lo que podríamos llamar la táctica de “yo sólo hago pop”. Un término que popularizara el personaje de Peter Capusotto, Micky Vainilla — aquel cantante neonazi quien, ante reproches por sus posiciones políticas, dice que él sólo hace pop para divertirse y que no hay que buscar más allá de eso en sus canciones.
Esta estrategia de blindaje mediático es ilustrada por el tratamiento que dio Clarín a los procedimientos del juez Lijo en los que se vinculó a Durán Barba (e, indirectamente, a Macri) con operaciones para difamar a Filmus. Se nos presenta hoy el tema como una “polémica” entre Filmus y Macri, o entre el filmusismo y el procesismo. La prensa patronal se limita a “informar objetivamente” dos puntos de vista, dos posiciones encontradas, sin tomar partido. Ellos sólo hacen periodismo.
Y en su portada digital:
Y es éste el mejor blindaje que se le puede hacer a Macri. No se puede ocultar el intento de difamación. No se puede ocultar el accionar del poder judicial que cualquier periodista con un mínimo de ética profesional relacionaría con maniobras presuntamente delictivas de Durán Barba. Y no se puede ocultar la falta de explicaciones por parte de la dirigencia procesista.
O sí. Se la oculta, como ya dije, presentando todo como “polémica”. Como un capítulo más en los “ataques” por parte del kirchnerismo al procesismo. Como una prueba más de que al gobierno sólo le interesa crispar y no debatir “los temas que le importan a la gente” (obviando, claro está, que Macri ayer mismo rechazó cualquier debate). Y si se llama la atención sobre esta protección al candidato de la derecha porteña, se nos responde que ellos sólo se limitan a informar, que hay un conflicto y que la gente tiene que decidir. Poniendo, al mismo nivel, a quien está acusado de un delito y a la presunta víctima.
Imagínese, por otra parte, si el caso Schoklender se hubiese presentado sólo como una polémica entre el ex-apoderado de las Madres y, pongamos por caso, Carrió. Pero allí no había principio de inocencia que valiera. La culpabilidad de Schoklender estaba asumida y, lo que es verdaderamente nefasto, la de Hebe y todos los organismos de derechos humanos que no se sumaran al coro de Clarín, La Nación y su chirolita Perfil.
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