Por Omar Bello (www.perfil.com)
¿Cuántas son las personas que mantienen en vilo al mundo? Si le ponemos un número al famoso mercado, ¿de qué estamos hablando? Se trata de millones de personas o, por el contrario, se los puede juntar en un estadio de fútbol. Hace varios días que molesto a todos (economistas incluidos) con esta pregunta y, aunque nadie me da una respuesta concreta, la sensación es que si no entran en un estadio le pega en el poste. En ningún caso estamos hablando de millones. Resulta increíble que ningún analista (incluso los “zurdos” que hablan de especulación) haya menncionado semejante obviedad: el mundo está en manos de un puñado de titiriteros poderosos que nos cortaron los víveres. En términos númericos, hablar de “regulación por parte del estado” es pedirle a millones (el estado) que controlen a miles (el mercado), nada más; cero cambio profundo. Impresionante lección de la historia: todo un planeta haciendo malabares para conformar a un grupo relativamente pequeño que se mueve a su antojo o según sus particulares intereses. Más allá de la necesidad urgente de conformarlos, deberíamos tomar nota. ¿Qué significa eso de la confianza? ¿Tranquilizar a cien mil personas? Lo más interesante de todo este asunto es la desproporción númerica y los eufemismos que usamos para no hablar de ella. En definitiva, una forma moderna de esclavitud. Sospecho que estas crisis ocurren cada tanto porque, de ocurrir más seguido, caeríamos en la cuenta. Nos comunicamos por Internet, salvamos a las ballenas y nos abrazamos a los árboles, nuestras constituciones gritan libertades. Sin embargo, en términos estructurales, seguimos viviendo en la Edad Media.
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