jueves, octubre 02, 2008

LA NECESIDAD DE TIERRAS ES EL COSTADO VULNERABLE DE BOTNIA. LA OPINIÓN DEL SOCIÓLOGO BRASILEÑO MARCELO CALASANS

LA EMPRESA FINLANDESA TENDRÁ QUE, INEVITABLEMENTE, PLANTAR EUCALIPTOS EN ARGENTINA, PARA ABASTECERSE EN EL FUTURO. Y AQUÍ ESTÁ SU PUNTO DÉBIL. ESO LE DIJO A RADIO CERO EL SOCIÓLOGO BRASILEÑO MARCELO CALAZANS, DE VISITA POR GUALEGUAYCHÚ.

Por Gustavo Carbone y Marcelo Lorenzo
Fuente: El Día de Gualeguaychú
Más información: www.eldiadegualeguaychu.com.ar

El entrevistado habló también sobre el impacto de Aracruz y el lado oscuro del modelo de Lula. Y explicó que el tema ambiental “no es un problema de izquierda o de derecha”, al destacar que la crisis del planeta no puede verse con los anteojos ideológicos de la Guerra Fría.

Marcelo Calasans es de la opinión que las luchas contra las celulosas son muy desiguales, porque detrás de estas plantas está la lógica del mercado mundial. No obstante dijo que, a raíz de la movilización social, el proyecto Botnia hace agua en un punto.

Aquí sus dichos:
- “Tengo entendido que esta ciudad, antes de la instalación de Botnia, ya tenía una historia ambiental, asociada a la recuperación del río Gualeguaychú. ¡No se moviliza a 100 mil personas contra una planta de celulosa, sin una historia y una conciencia ambiental detrás!. Esto es un gran triunfo de esta ciudad. Pero ustedes tienen un problema grave, porque lo que tienen enfrente (Botnia) es algo que está vinculado a la economía global. La lucha llevará mucho tiempo. De todos modos, creo que el proceso celulósico en esta zona tiene puntos de vulnerabilidad. Por ejemplo, el problema de las plantaciones. Creo que aquí la lucha está muy concentrada contra la industria, contra la fábrica. Sin embargo, ésta no se entiende sin el eucalipto. Lo que digo es que para alimentar a Botnia y a las otras celulosas que vendrán, serán necesarias muchísimas hectáreas de eucaliptos. En este sentido, es necesaria la expansión territorial. Creo que la lucha contra Botnia no sólo debe centrarse en la fábrica sino en las plantaciones de eucaliptos, que son en este proceso el punto de mayor vulnerabilidad. No es simple que una compañía pueda fiscalizar 200 o 300 mil hectáreas de árboles. Deberá, por tanto, traspasar las fronteras de Uruguay porque no habrá allí tierra suficiente para abastecer el proyecto. Creo que Botnia, cuando planeó su planta productiva, pensaba en expandir sus plantaciones hacia la Argentina. Pero se equivocó porque quizá nunca previó que una ciudad como Gualeguaychú iba a oponer tanta resistencia. Botnia tendrá, de todos modos, que expandir sus plantaciones. No tiene otra alternativa”.

El caso Aracruz
A continuación transcribimos las declaraciones de Calazans, en las que el sociólogo analiza el impacto de la celulosa Aracruz en Espírito Santo, la región sudeste de Brasil que se ha convertido en un polo minero de ese país.
> Al comienzo, región virgen: “Espírito Santo es el estado más pobre de la región más rica de Brasil. Y esto porque por su propio proceso histórico ha estado al margen de los momentos principales de la economía brasileña. El historiador y sociólogo Sergio Buarque (padre del conocido cantante Chico Buarque), en su célebre libro “Raíces de Brasil”, ha escrito que Espírito Santo ha estado por 300 años prácticamente al margen de todos los ciclos económicos de Brasil. Por varios motivos, entre ellos por la fuerte resistencia indígena en los orígenes del proceso colonial. Los barcos, frecuentemente atacados por los indígenas de la zona, no podían atracar allí. Después, durante el período del oro, Espirito Santo sirvió como una barrera para el envío del metal afuera. En el período de la caña de azúcar, también quedó fuera de ese proceso. De tal manera que construyó una economía de autosuficiencia muy centrada en su propio territorio”.
> Viene el progreso: “Desde la década del ‘70, la economía de Espírito Santo empezó a centrarse en grandes proyectos de exportación. A partir de ahí cambió profundamente el paisaje territorial, y la propia sociedad local. Aún hoy vivimos de alguna manera de esa economía que se asienta especialmente en la exportación de hierro, acero, mármoles y granitos, y más recientemente de petróleo. Pero también existe una de las mayores industrias de producción de papel del mundo: Aracruz Celulose. Es decir, una economía básicamente extractiva, de semi-elaboración”.
> Un gigante noruego, hoy brasileño: “En el sector celulósico, Aracruz fue de capitales noruegos, aunque recientemente ha sido comprada por una empresa de San Pablo, el grupo brasileño Votorantim, dueño de otra papelera en Río Grande do Sul. Aracruz abastece hoy cerca del 30% del mercado mundial de pasta celulosa de eucalipto. Es una empresa gigante. Posee tres fábricas instaladas en una misma región Espírito Santo, en el distrito de Aracruz. Produce 3 millones de toneladas de pasta al año y posee alrededor de 300 mil hectáreas de tierra solamente en Espírito Santo. Equivale, así visto, a tres Botnia. (...) La tecnología de la celulosa proviene de Noruega, Finlandia o Alemania. Aunque la primera fábrica de Aracruz fue creada en 1978, diez años antes los capitales noruegos habían empezado a invertir en eucaliptos en la zona. Cuando la fábrica estaba por ser inaugurada ya había eucaliptos en grado de corte. Por entonces, había involucradas 50 mil hectáreas para ser destinadas a la producción. Hoy, como dije, hay 300 mil hectáreas compuestas por tierras de la propia empresa. Pero también por tierras que en Brasil se llaman ‘áreas de fomento forestal’, que surgen por convenios entre la empresa y pequeños y medianos productores. Son contratos que duran desde el período de plantación del eucalipto hasta su corte”.
> El impacto sobre el hábitat humano: “Tenemos 40 años conviviendo con este emprendimiento. En los comienzos, el efecto ha sido muy grave. Porque se derribaron cerca de 50 mil hectáreas de bosque atlántico, el cual ha sido sustituido por los plantíos homogéneos de eucaliptos. Es decir hubo una tala monstruosa del bosque nativo. Los habitantes de Espírito Santo que tienen hoy 60 años nos describen ese momento. La tala se hacía empleando dos grandes tractores, con seis metros de distancias uno del otro, atravesados por una enorme corriente de hierro, con la cual se derrumbaban los bosques. De esta manera, se destruía la biodiversidad de un rico ecosistema, que se había mantenido al margen del proceso económico brasileño. Espírito Santo conservó hasta la década del ‘70 un bosque autóctono muy importante, en el cual vivían poblaciones nativas, de procedencia aborigen y afrodescendientes. Con la llegada del proyecto celulósico, esta población se quedó sin hábitat natural. Hubo desplazamientos de los pueblos. Antes de la llegada de Aracruz, había alrededor de 12.000 familias de afrodescendientes habitando en más de 50 pequeñas comunidades dentro del bosque. A los pocos años de iniciada la fábrica, con la destrucción de los bosques, de las 12.000 familias quedaron 1.200. Lo mismo pasó con los indígenas, a los que se les sacó cerca de 40 mil hectáreas. Con la llegada de Aracruz, pasaron a habitar menos de 3 mil hectáreas. Pero además ya no tenían el bosque, de cuyas riquezas vivían. Esta gente luego terminó engrosando la periferia de las ciudades”.
> El eucalipto seca todo: “El impacto sobre el agua ha sido dramático, a causa del monocultivo. En la región de los afrodescendientes podemos contabilizar la desaparición de 120 pequeños arroyos. Basta visitar el norte de Espírito Santo para poder observar los lechos de los arroyos. Están completamente secos. Todo esto es producto del propio eucalipto, una especie que necesita mucha agua, sobre todo en los primeros años, en que la planta está en crecimiento. Al mismo tiempo, la compañía emplea enormes cantidades de herbicidas para evitar que el bosque nativo vuelva a resurgir, y de esta manera compita con el eucalipto. Todo esto, a la vez, implica una profunda transformación del clima en la región. Por ejemplo, el norte de Espírito Santo es una región a la cual hoy el gobierno brasileño considera semiárida, como si fuese un estado del nordeste brasileño. Por tanto, un bosque atlántico de enorme diversidad se transformó en una región semiárida”.
> El lado oscuro del gobierno de Lula: “Obviamente que Aracruz no actúa como lo hacía durante los ‘60 y ‘70. En esos años nosotros vivimos lo peor de la dictadura militar brasileña, un período en que la resistencia no era posible, y por cierto que no había una conciencia ambiental como hoy. De todos modos, hoy sufrimos no sólo los impactos de 40 años atrás, sino los nuevos, como la introducción de árboles genéticamente modificados. Esto último es lo que está haciendo hoy Aracruz, y sabemos que sus consecuencias serán nefastas, dado que las nuevas especies crecerán en menor tiempo. Si bien el gobierno brasileño no liberó el uso comercial de estos árboles, hay una enorme presión de las grandes corporaciones para que lo haga (...) Lula (presidente del Brasil) ciertamente cederá a estas presiones. Porque ya ha cedido con la soya, el maíz y otras especies genéticamente modificadas. Lula ha sido un aliado de estas grandes compañías de exportación, con el argumento de equilibrar la balanza comercial, de generar dólares para el gobierno. De alguna forma, Lula lleva adelante una agenda neoliberal. El Banco Nacional de Desarrollo de Brasil invierte en Aracruz Celulose. Más de la mitad de esa planta productiva ha sido posible gracias a la inversión estatal. Esto ha ocurrido tanto en el período de la dictadura como en el período de Lula”.

> La lógica del desperdicio: “Pero no debemos perder de vista que lo que está detrás de la industria celulósica es el patrón de consumo del Norte. Aracruz, por ejemplo, exporta el 98 por ciento de su producción hacia el Norte desarrollado, pero no para hacer cuadernos o libros sino para hacer productos ‘one way’ (descartables). Es decir, se producen bienes que se usan una única vez y son descartados. Porque la lógica del sistema es la lógica del desperdicio. Cuanto más se desperdicia más se justifica la escala creciente de la producción”.
> Negocio global: “He visitado muchas plantas celulósicas en el mundo (Sudáfrica, Indonesia, México, Brasil). Y mi experiencia dice que cuando se decide construir una de estas plantas es imposible frenarla. Todas están preparadas para un mercado en expansión. Es decir, no están diseñadas para pequeños jugadores. Es un mercado de gran escala. Si una empresa celulósica no duplica o triplica su producción en 5, 6 o 7 años, está fuera del mercado. Son emprendimientos productivos que se proyectan para 40 años. Detrás de ellos está el mercado mundial. Y en la cadena productiva están asociadas otras grandes empresas”.

¿Izquierda o derecha?
Calazans:- “Después de la caída del Muro de Berlín muchos procesos se tornaron más claros a nivel global. La cuestión ambiental no es un problema de izquierda o de derecha. La izquierda, por ejemplo, ponía el acento en la distribución de la riqueza, pero no discutía la matriz productiva. Es decir, es factible ver todo un discurso de izquierda, de raíz marxista, alrededor de una mejor distribución de la renta, pero en el marco de una misma matriz industrial. Lo que quiere decir que no hay que ver el tema ambiental bajo la dialéctica izquierda-derecha. Lo que está claro para nosotros, aquí en Latinoamérica, es que es imposible soñar con un patrón de consumo, tal como se da en el Norte desarrollado. No es posible que todos los argentinos, los brasileños, los chilenos, o los uruguayos, o el resto de los pueblos del Tercer Mundo, sigan los pasos de un modelo de desarrollo como se da en Alemania o Japón, o en los países ricos. Por la sencilla razón de que el planeta no soportaría –supuesta una extensión de este desarrollo- semejante sobreexplotación de los recursos naturales. Por tanto no es una cuestión, insisto, de izquierda o derecha. Creo en todo caso que la división hoy es otra: por un lado una matriz productivista-industrial y por otro una matriz más sentada en otros patrones de vida y de consumo”.

Ficha técnica
Marcelo Calazans (40) es sociólogo, egresado en la Universidad Federal de Río de Janeiro, y vive desde hace 14 años en Espírito Santo. En ese medio geográfico, ha devenido en un intelectual comprometido contra el monocultivo del eucalipto en la zona, a partir de la radicación en los ‘70 de Aracruz Celulose.
En este sentido, ha apoyado las luchas territoriales de los pueblos nativos, impactados por el emprendimiento forestal. A la vez, ha desarrollado proyectos de educación popular, agroecología y seguridad alimentaria.
Actualmente es miembro de la “Rede Alerta contra o Deserto Verde e da Rede Latino Americana contra Monocultivo de Árvoeres” (RECOMA).
Dada su condición de investigador ha tenido la oportunidad de conocer distintos emprendimientos celulósicos en varios lugares del mundo.
Ha escrito libros. Entre ellos “Aracruz Celulose: campesinos, sem terras, quilombolas e indígenas”.
Publicó en 2006 “H2O para celulose X Água para todas as línguas”; en 2003: “ECAs exportando insustentabilidade. A terceira fábrica de Aracruz Celulose”.

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